El Ministro (y las falsas bondades de ETA)
Por Carmen Serrano
Escucho con estupor, con incredulidad, las palabras del Ministro del Interior en la sesión de control al Gobierno de esta semana. Durante 50 años, nos relata, como testigo que pudo observarlo y verlo de primera mano, la organización terrorista ETA “trajo lo peor y lo mejor. Lo peor: los asesinatos, las amenazas, el que la gente tuviera que irse de su centro de vida, de su centro social,… Pero también trajo lo mejor: trajo la unidad de los demócratas, trajo la dignidad de las víctimas, el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de la Ertzaintza, de los Mossos, luchando contra la organización terrorista ETA,…”.
No, Sr. Marlaska.
La organización terrorista ETA no trajo nada bueno. De hecho, lo único bueno que podría haber traído ETA es no haber existido nunca. Sin ETA no hubiera existido víctimas cuya dignidad defender. Sin ETA no hubiera sido necesario el sacrificio de tantos hombres y mujeres valientes que, garantes de nuestro sistema de derechos y libertades, se enfrentaron a la organización terrorista hasta su derrota policial, muchas veces arriesgando su propia integridad física, cuando no hasta la vida. Hombres y mujeres marcados por un síndrome del norte cuya existencia usted y su Gobierno, desde la más absoluta falta de ética, empatía y humanidad, siguen insistiendo en negar, impidiendo de esta manera poder atender adecuadamente las graves secuelas que sufren quienes durante aquellos años del plomo a los que hace usted referencia sufrieron un auténtico infierno de acoso, persecución, muerte y duelo en silencio, no fueran a molestar. No, Sr. Marlaska, no podemos encontrar nada bueno en la peor lacra terrorista de nuestra historia reciente, de nuestra democracia, ni en sus palabras.
Le diré, de vasca a vasco, que la organización terrorista ETA, principal lacra de nuestra democracia, sólo trajo terror, persecución, acoso, extorsión, secuestro, miedo, silencio, aislamiento social, sangre. Infierno en el que te señalaban como enemigo, como objetivo, por el simple hecho de no ser de los suyos, por no pagar, por no callar. Infierno en el que atreverse a ser libre conllevaba posicionarte en su punto de mira, y escuchar gritos de “ETA mátalos”. Infierno en el que callaban tu voz mediante el miedo, amenazando a tu familia. Más de tres mil personas escoltadas, como usted, protegido por aquellos a los por más de treinta años han negado la equiparación salarial. Casas Cuartel de la Guardia Civil, vivienda de familias, destruidas. Infierno de bombas lapas y tiros en la nuca que segaron la voz y la vida a casi novecientas personas, y provocaron heridas a más de seis mil. Vidas rotas que llenaron cementerios. Proyectos vitales inacabados. Recuerdos en blanco y negro que revivir, cual pesadillas, al cerrar los ojospor la noche. Ausencias que lo han cambiado todo: el lugar de trabajo, el paisaje de tu lugar residencia, incluso el censo electoral que ha transformado la realidad sociopolítica del País Vasco y Navarra.
Por eso, Sr. Marlaska, no comparto su sentir. La existencia de ETA es el peor episodio de nuestra memoria democrática. El olvido, la relativización, la mesura en la deslegitimación de la violencia política por parte de su Gobierno, lo peor de nuestra actualidad democrática.
Harán cosas, dirán palabras, que nos helarán la sangre. Todo por cinco monedas de platas.